El camino de la movilización popular en democracia es lo que permite corregir rumbos

Llevamos los argentinos cuatro años de peste propia y dos de guerra pandémica como el resto del mundo, a los cuales debemos agregar cinco décadas de coloniaje neoliberal, tanto cultural como económico, financiero e institucional, en los cuales se intentó afianzar la visión atlántica europeísta de la colonización americana de cinco siglos de dominación, de aquellos que dijeron “tierra” avasallando a los que dijeron “barcos”, en un sinfín de dolor y muerte tratado con algodones por la historia oficial blanca, de los vencedores.

Es demasiado para analizar en un solo texto, sin dudas, pero alguna vez pongamos los títulos como para visualizar cuáles son las causas estructurales de lo que los enemigos llaman “el fracaso populista”, al referirse a los procesos emancipatorios populares de los Pueblos latinoamericanos que se desarrollaron desde el momento mismo que pusieron el pie en tierra los colonizadores. 

No les alcanzó con la explotación y muerte, ni con el saqueo y la violación: tuvieron que traer y esclavizar africanos para tener más mano de obra cautiva para la extracción de riquezas, más manos trabajando a destajo en condiciones infrahumanas como en las minas de Potosí y en las haciendas pampeanas, en trabajos rurales agrícolas o ganaderos. Lo mismo que hoy, cuando quieren eliminar los derechos sociales y laborales de las mayorías populares, en una concentración de riquezas obscena que ofende la naturaleza humana.

Trajeron la religión, y el pueblo la tomó adaptando sus propios rituales, mientras observaba el derrumbe de su mundo construido por miles de años, en manos de ignorantes asesinos y ladrones que vinieron en la primera etapa “civilizatoria”. Lo siguieron ya los “gentiles” gobernadores que intentaron fortalecer la sumisión de los pueblos a través de un supuesto orden colonial, represivo y explotador. Luego ya institucionalizaron los virreyes, cuando desplazaron a los jesuitas que intentaron caminos de integración diferentes y humanitarios. Pero cuando se dieron los procesos emancipatorios liberadores, comenzó la diatriba y la persecución contra los “extremistas” de entonces: sanmartinianos, bolivarianos y artiguistas, que luchaban por la Patria Grande, mestiza, criolla y libre. 

Hoy, como ayer, la lucha de los Pueblos vuelve a ser estigmatizada por los dueños del poder mundial colonizador. Hoy, como ayer, los Pueblos se levantan cuando reconocen liderazgos capaces de luchar sin rendirse, de conservar la Identidad y la Memoria de nuestros Padres Fundadores y las épicas de todas las revoluciones americanas, que nos llenaron de orgullo cuando nos pusimos de pie ante la agresión imperial.

Cuando no pudieron doblegar la lucha de los Pueblos, cuando el esquema dominador económico, financiero y comercial volvió a invadir en las 33 invasiones que produjo EEUU sobre América Latina en su historia, comenzando a adoctrinar a las fuerzas armadas de cada país en su famosa Escuela de las Américas, verdadera fábrica de dictadores asesinos al servicio del Imperio junto a sus lacayos civiles locales siempre dispuestos al dinero, nunca al sacrificio patriótico. 

Ahora, en esta etapa, no necesitan de militares: les alcanza con golpes de policías, parlamentarios, económicos y con la Justicia corrupta lawfare de cada coloniaje, fortalecidos por los medios hegemónicos que direccionan la información hacia sus intereses, además de la redes de comunicación y los metadatos individualizados, usados para el consumismo, la culturización, el borramiento de identidad nacional, el cambio del lenguaje y de paradigmas de valores, el espionaje y la ocupación del espacio simbólico de la conciencia colectiva de los Pueblos. El patriotismo se debilita y el enemigo colonizador vence en lo estratégico, sino es identificado por las fuerzas nacionales y populares a tiempo.

Hemos transitado un tiempo de UNSUR/CELAC donde la batalla tuvo más músculo en el proceso de desestructuración del poder hegemónico en los Pueblos de América Latina, pero no alcanzó a frenar la contraofensiva del EEUU a la afrenta del No al ALCA del 2005 que nunca perdonaron, y diseñaron una estrategia de reposicionamiento del poder que trajo los Macri, los Lenin Moreno, los Bolsonaro, los Duke y Piñeira, los golpes, las cárceles y las persecuciones judiciales y políticas, los linchamientos mediáticos, las sanciones y bloqueos como antes a Cuba y ahora sumadas Venezuela y Nicaragua, en prácticas medievales de cerco por hambre de millones de seres humanos. 

Esa lucha es la que debemos dar para no ser siempre convidados de piedra en la mesa de los poderosos, siempre sirvientes del poder concentrado y colonial, que intenta encandilar con un mundo ideal, globalizado, que si lo es, pero injusto, brutal e inhumano, que también lo es, por ese capitalismo salvaje, depredador y extractivista denunciado por el mismo Francisco, como la etapa última de la Humanidad tal como la conocemos, si no ponemos final al calentamiento global producto de la depredación.

Ese desafío está siempre abierto a nuevos liderazgos que no pueden ser emergidos como producto de nostalgias, sino reconociendo nuevos escenarios, otras generaciones e improntas culturales diferentes, producto de décadas de colonialismo dominante. Los Pueblos conservan sus memorias como los originarios conservaron sus tradiciones, los inmigrantes trajeron sus propias tradiciones y las fundieron en una nueva identidad criolla, mestiza, morena que está siempre en proceso de consolidación junto al reconocimiento a la Pachamama, la Madre tierra que hoy está siendo destruida por ese capitalismo sin rostro, pero de acumulación infinita, en un mundo finito, que no soporta más agresiones y protesta desde la naturaleza gritando con tsunamis, terremotos, amplitudes térmicas, volcanes y el deshielo de los Polos, transformando el agua dulce para la vida en un insumo crítico para los Pueblos.

La pregunta entonces es: ¿estamos dispuestos a luchar por un mundo más justo y una Patria libre con soberanía, o nos resignamos a los acontecimientos dictados por las sujeciones estructurales que ha impuesto el enemigo colonizador?

La respuesta a esa pregunta dejará de lado los lamentos lastimosos de las quejas para transformarse en un grito de esperanza en millones de compatriotas que sufren las consecuencias diarias de la marginación social, el desempleo, el hambre y la desolación de no tener proyecto de vida adelante, por haberle sido arrebatado por una nueva lógica económica neoliberal, para sí y sus hijos. Eso es el colonialismo en lo cotidiano, en lo vívido de cada día de dolor y sufrimiento, más aún cuando esa condición es tratada como “un objeto de estudio” al cual se le ofrecen respuestas académicas, paquetes de soluciones que consolidan su situación de exclusión social, la momifican y los hace dependientes de terceros actores que los someten a testigos de la historia. 

Pero cuando los Pueblos agotan su paciencia hacen tronar el escarmiento, decía un viejo y sabio General, ya que esos mismo Pueblos son los que lucharon por la Liberación, aunque sólo recordemos en las mayorías de las calles argentinas a los que nunca lucharon, ni brindaron sus hijos a esa guerra de Liberación en el siglo XlX. Tampoco lucharon esos personajes malditos de nuestra historia, hijos de terratenientes voraces, dueños de tierras regaladas por Roca y Mitre, después la “épica Campaña del Desierto”, que no era Desierto y que no fue Campaña porque estaba habitada y fue un genocidio de los Pueblos. No lo hicieron, sino que se opusieron a generar los derechos sociales y laborales que hoy tenemos y defendemos, esos mismos que el colonizador hoy quiere eliminar para aumentar ganancias y controlar a los Pueblos. Menos aún lucharon para recuperar la democracia avasallada por los golpes cívico-militares en los cuales participaron. Siempre fue el Pueblo con su sangre quien sembró la tierra de derechos humanos, de memoria, verdad y justicia.

Es entonces el camino de la movilización popular en democracia lo que permite corregir los rumbos de un proceso de denigración del Estado Nacional, que ha sido puesto al servicio de los dueños del poder, aliados al colonizador, en detrimento de su función esencial que es estar al servicio de los intereses nacionales y las mayorías populares. Recuperar ese Estado es el camino de la lucha del Pueblo, organizaciones en democracia y en libertad, sin tutelajes ni admoniciones colonizadoras, que permitan desviarnos de un sendero de Liberación nacional y popular de Patria Matria Grande.

JORGE RACHID

PRIMERO LA PATRIA

www.lapatriaestaprimero.org

CABA, 28 de diciembre de 2021

BIBLIOTECA

José María Rosa : Historia Argentina tomos 1/13 Ed. Oriente
Gustavo Campana: No hay Neoliberalismo sin traición-Prontuario Ed. Colihue
Leonardo Borges: Sangre y Barro Ed. De La Plaza Uruguay