Para pensar este feroz proceso actual que vivimos todos nosotros, la crisis fenomenal en la que estamos inmersos, la destrucción del modelo productivo nacional y el mercado interno, el proceso inflacionario indetenible, el endeudamiento irreflexivo y desmedido, el aumento indiscriminado de precios y el recorte progresivo de los derechos, la creciente desocupación general y la pauperización de la salud, la alimentación, la cultura, los salarios, las jubilaciones y la educación, son pruebas irrefutables de que el enemigo es el modelo colonial llevado adelante por este gobierno conservador.


Pensar lo propio de la Argentina de hoy, desde la cultura, nos empuja a enfrentar y denunciar estos atropellos en todos los ámbitos a los que tengamos acceso y, como cuestión secundaria, nos conduce a detenernos en otra característica saliente de este gobierno colonial -del PRO y sus aliados-: la indecente instauración de una neolengua cínica, falaz, lindante con el lenguaje infantil o evangélico, afín al proceder de lo que se da en llamar la posverdad, que es tan funcional a la hora de mentir o tergiversar sus verdaderas conductas, acciones y procederes en la arrasadora praxis de un gobierno de ricos, para ricos, que son replicados tan benévolamente-hasta el hartazgo- por los medios de comunicación masiva, en una clara actitud de complicidad y contubernio, aunque ya no tan capaces ahora de tapar esta crisis fenomenal a la que nos están conduciendo con prisa y sin pausa.

Entonces, ¿de qué hablamos cuando hablamos de cultura en la Argentina del PRO? La cultura, creemos, es una fuerza de la comunidad que se mueve en varios planos: en el nivel simbólico, en el nivel fáctico y en el nivel histórico, donde dirime sus acciones y presiones el pueblo, que contiene tanto al autor, como al gestor cultural, al público y por supuesto al artista en tanto trabajador, que al producir obra hace que ésta se despliegue en su amplitud como objeto, además de como símbolo. Sabemos al pueblo una entidad cultural y política por excelencia.

¿Por qué hablamos de pueblo cuando hablamos de cultura? Porque creemos que en este imbricado camino de ser actores dentro de la cultura, desde el campo nacional y popular, no se traduce más que en el anhelo y la tozudez por pensar (y pensarnos) desde lo propio, en el sentido del movimiento de las fuerzas del pueblo donde el sujeto que filosofa va todavía en busca del sujeto cultural. Siguiendo esa misma línea de pensamiento, cuando hablamos de sujeto cultural no hablamos de otra cosa que del pueblo organizado para establecer los ejes rectores de eso que llamamos cultura, un proceso vivo, dinámico, cambiante y siempre transformador.

En estos tiempos aciagos de este gobierno de derecha, el degradamiento del Ministerio de Cultura en una secretaría, el achicamiento consecuente del presupuesto en más de un 30 por ciento en términos reales para el año 2019, el vaciamiento infinito de la lengua, la desacreditación intencional y venial de las palabras, el abuso de un lenguaje burdamente metafórico que remite a cualquier cosa que no sea la realidad evidente (el clima por mencionar lo más reciente o el lenguaje abstracto como el celebérrimo "pasaron cosas"), la desarticulación de los centros culturales y los espacios de arte (la anomia del CCK o la paralización casi total de Tecnópolis, los últimos casos más simbólicos) no son más que simples engranajes de esta batalla cultural de cada día, que ha contribuido a disimular un endeudamiento récord, una devastación tremebunda en lo socio-económico, una destrucción del mercado interno, un avance del estado represivo, una pérdida abismal del poder adquisitivo de la población, un empobrecimiento general muy pocas veces visto en la historia de nuestra Nación, que son, en resumidas cuentas, el verdadero problema de esta época.

Es imposible que esta neolengua exista, tan oronda, si los actores reales de la cultura siguen produciendo hechos, objetos, procesos y capital simbólico. De ahí el interés y el ensañamiento con la cultura por parte de este gobierno neoconservador que sólo ha venido a saquear, a destruir y a vaciar todo nuestro capital cultural que nos permite, de un modo concreto y práctico, trabajar en la construcción de una patria libre, justa y soberana.

Nosotros, trabajadores y militantes, sabemos que pensar en la cultura es pensar en una praxis que nos permita construir un gobierno nacional y popular, dentro del movimiento nacional que se plantea recuperar el poder por vía de las urnas y reinventar la historia de una nación para todos.

En este proceso cultural de incluirnos como actores de la recuperación del gobierno nacional nos asaltan un montón de preguntas, que creemos debemos seguir debatiendo, para profundizar este análisis que no se reduce a este escueto informe que simplemente propone una hoja de ruta para los primeros 100 días de gobierno.

Entonces, proponemos, que en esta guerra cultural -que el enemigo político va ganando- creemos que hay que cambiar el eje de la batalla. Debemos hacer hincapié en un lenguaje de vuelta a los derechos, del sujeto como sujeto colectivo, de salida del oscurantismo, de reconquista de las calles en tanto territorio del pueblo, propiciando el encuentro y la comunidad, de la existencia de los derechos cuando hay oportunidades, de no poner las formas por sobre los contenidos, del retorno a los valores democráticos por excelencia: la fraternidad, la solidaridad y el acceso irrestricto a la cultura.

Devolverle el estatus de Ministerio de Cultura a la secretaría de cultura, es básico con su nivel presupuestario acorde a estos desafíos.

Declarar a los medios masivos de comunicación como servicios públicos.

Dar cumplimiento efectivo a la ley de medios avanzando con el control estatal de los mismos, reformando, si es necesario, el carácter específico de la ley.

Dentro de dicha política nacional de medios, crear un Canal nacional de noticias. Encarar en profundidad la construcción y el desarrollo de contenidos para todas las plataformas, nuevas tecnologías y distintos soportes de comunicación actuales, digitales, web, etc., como política federal e inclusiva.

Poner en marcha el consejo social de cultura con la participación de los sindicatos entre las instituciones representativas de la comunidad.

Devolverle el presupuesto a cultura, y ampliarlo, para desarrollar las acciones culturales como política de Estado bajo el marco de un programa, amplio y ambicioso, llamado "la cultura es un derecho y los derechos son cultura".
Profundizar la promoción e integración cultural nacional e internacional desarrollando las actividades culturales desde las instituciones de base locales, regionales y federales, como sindicatos, clubes barriales, centros de salud comunales, etc., poniendo al alcance de todo el pueblo los hechos culturales más diversos, recitales de música, encuentros de folklore, ferias de libro, exposiciones de arte, festivales de teatro, etc.

Defender y apoyar la gestión de organismos estables haciendo que los cuerpos artísticos estables, como la Orquesta Sinfónica Nacional, el Coro Polifónico Nacional, el Ballet Folklórico Nacional, el Coro Nacional de Niños, el Coro Nacional de Jóvenes, el Coro Polifónico Nacional de Ciegos, la Orquesta Nacional de Música Argentina “Juan De Dios Filiberto”, la Banda Sinfónica Nacional Ciegos y la Compañía Nacional de Danza Contemporánea incluyan la mitad de sus presentaciones, como mínimo, en las barriadas populares y organizaciones de base locales, comunales y federales, reforzando el programa de acceso a la cultura.

Apoyar la gestión de museos nacionales, devolverle la gratuidad, generar eventos de apertura extraordinario, para todo el pueblo, como la noche de los museos, al menos dos veces al mes.

Refinanciar el desarrollo y fomento de la cultura ciudadana y la economía creativa desde donde impulsar a los actores, escritores, músicos, video artistas, artistas visuales de modo individual y también a sus organizaciones fraternales constituidas.

Poner en funcionamiento en los distintos ministerios nacionales, subsecretarias de cultura que sean inherentes al quehacer específico de dicha cartera ejecutiva con la problemática propia de cada sector.
Ampliar las convocatorias y la ejecución presupuestaria de los organismos de financiamiento emblemáticos de la cultura, como el fondo nacional de las artes y el INCAA, para que se inicien producciones culturales inmediatas tratando de que haya un boom de las producciones culturales.

Redoblar el fomento y apoco económico a las bibliotecas populares abriéndolas a una comunicación más efectiva y visible con el espacio comunitario en el que se encuentran casi de una manera intangible.
Asimismo creemos que debemos conformar, con los compañeros que diseñen la campaña política de nuestro sector, un nuevo lenguaje de comunicación que hable de la salida del oscurantismo, de la defensa de la cultura como una batalla, del pueblo como entidad cultural y política, de una cultura donde todos seamos actores y no sólo público, de la recuperación de derechos, de la construcción de un nuevo capítulo de un gobierno que alienta un Estado presente, terciando en favor de los más débiles en esa eterna negociación que significa erigir un gobierno nacional y popular, enfrentando estos proyectos coloniales alentados por potencias foráneas y sus socios locales, y el enfrentamiento denodado al uso y abuso de esa neolengua criminal y tan funcional a los intereses de los que nos oprimen.

Jauretche, Osvaldo - Jauretche, Ernesto - Rojas Ayrala, Ricardo- Miranda, Marta - Andia, Noelia - Pisani, Jorge - Urribarri, Diego - Fagiani, Alejandro - Guerrero, Carlos - Ciocca, Angélica - Ninn, Ricardo - Izquierdo, Lourdes - Ramos, Guillermo - Casavelos, Diego - Sandoval, Leonardo - Parcero, Daniel - Justo, Nely - Ibarra, Laura - Gallardo, Juan Pedro - Hermite, Elsa - Selicovich, Nora

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