Nestor Kirchner, hace 17 años, un día como hoy, asumía la Presidencia de la República Argentina abriendo camino para una nueva etapa de esperanza para el Pueblo y la Patria Grande. De esa gloriosa jornada resuena la frase de “no vine a dejar mis convicciones en la puerta de la Casa Rosada”.
Hoy, ante la problemática de la pandemia, acompañamos el esfuerzo del pueblo y nuestro Presidente, Alberto Fernández, que conduce la reconstrucción de nuestra Patria. Lo hacemos para resolver la contingencia y pensar las acciones de construcción del nuevo mapa nacional que determinará como nos situamos en la Patria, en la región (La Patria Grande), el continente y el mundo. La pandemia ha profundizado las diferencias sociales y la exclusión que aparecen en el estallido de la pobreza, el alza del precio de los alimentos y los servicios.
Si la política es política internacional, vamos a situarnos para emprender la reconstrucción nacional, en conocimiento de lo que sucede en el mundo donde países como Alemania, Canadá, Francia y otros, van a optar por nacionalización de las empresas consideradas estratégicas para rehacer los estados nacionales. Sabemos que el riesgo allí consiste en que se intente licuar deudas corporativas para hacerlas públicas, luego de sanarlas, devolver empresas. En nuestro país, la dictadura, lo hecho por Martínez de Hoz y Cavallo ha sido un claro ejemplo de cómo los liberales entienden esas políticas de “salvataje”. Por ese motivo, abogamos por la nacionalización de las empresas de energía y de servicios con amplia participación de los trabajadores.
El horizonte neoliberal de la globalización nihilista, los tenedores de bonos argentinos, intentan nuevas estructuras para sostener la injusticia en el capitalismo. Queremos un mundo que, como lo sugiere el Papa Francisco, va a acercar a los pueblos y sus países hacia una mayor hermandad, un humanismo sin usura ni negación de la libertad comunitaria.
Cuando analizamos a Rusia, China, el quiebre de los Estados Unidos como imperio, los países europeos y reinos asiáticos dejan ver que Argentina puede ponerse en pie en el orden que emerge. Allí es posible instalar nuestro camino de unidad y proyección inmerso en la construcción de la Patria Grande.
La unidad histórica del pueblo es la que acompañó a Cristina Fernández de Kirchner cuando planteó que, esa unidad, nos traía la esperanza que nuestro Presidente sea Alberto Fernández como vía hacia la transformación. El cumplimiento de las normas que emanan del gobierno tiene una respuesta heroica en el pueblo. Esa unidad es respuesta y objetivo irrenunciable que habrá de cambiar las condiciones jurídicas sobre las que se sostiene el poder.
El artículo 14 bis de la Constitución habilita, por ejemplo, la participación de los trabajadores en las ganancias de las empresas. A su vez, los más poderosos socios del despojo macrista, aportarán de sus dudosas ganancias a la reconstrucción con el impuesto a su riqueza. Lo exigió San Martín para la campaña de Los Andes y lo reiteró Carlos Pellegrini en la crisis de la deuda en 1890. El tratamiento en el Congreso del impuesto a las grandes fortunas tiene carácter de urgente y no admite más demora. Hay que resaltar la decisión del Gobierno de apoyar la iniciativa legislativa para que tome estado parlamentario y se produzca su inmediata aprobación.
La vida en primer plano.
Hoy nos afecta la desigualdad, y el gobierno tiene que atender las necesidades de los más vulnerados erradicando la mirada economicista. Alberto nos plantea en ese rumbo, que vamos a organizar la economía alrededor de la vida, no al revés. A pesar de la pandemia entonces, vamos a construir un mundo mejor a pesar de sus consecuencias y de las desigualdades que produce.
El gobierno salió a atenuar con decisión las consecuencias de la timba financiera global, la caída del salario real, lo que dejó el ajuste fiscal, la fuga de capitales incluidos los que aportó el FMI. Se trata ahora, de definir “lo que vendrá” y sus actores al terminar la pandemia. Habrá entonces que recuperar el empleo, la producción nacional, la educación, la cultura, la salud, el perfil científico y el sistema jubilatorio. Se administrará el comercio exterior poniendo en regla las divisas que produce la pampa húmeda, no sus personeros corporativos que fugan por el contrabando, para regular el sistema financiero y aplicar lo que hoy se despoja a relanzar la producción. Entonces, será posible resguardar el empleo, mejorar la distribución del ingreso, proteger la economía nacional y como dijo Néstor el 25 de Mayo de 2003 “pensar en la obra pública como motor de la economía con inclusión social”. Para ello, vamos a definir la profundización de un Estado presente que asume su responsabilidad ante la comunidad y con el rol decisivo de actores como el movimiento obrero, partidos políticos, organizaciones sociales, organizaciones libres del pueblo y otros. Esa es la dura y esperanzadora tarea que tenemos por delante, siempre con el objetivo puesto en la construcción de la Patria Grande.
En cuanto al salario, siendo el principal derecho del trabajador, hay dos cuestiones centrales: una es que debe ser comprendido como impulsor del consumo, la industria, sostenedor de la educación, la salud, la vivienda, la ciencia y la tecnología. Por lo tanto, debe encararse su valor para que sea la fuente económica de la recuperación. La otra es que su negociación tiene como actores principales a los sindicatos como históricamente sucede desde 1945. Es el movimiento obrero organizado quien define por los trabajadores, en su negociación con el Estado y las empresas, condiciones y variables.
No es posible atender a la engañosa tentación de un status quo que haga un reparto amigable que puede continuar beneficiando exponencialmente a las minorías parasitarias, sectores financieros e industrias monopólicas, luego de abandonar una vez más, los intereses populares, la particularidad de sectores medios, vulnerados, desprotegidos y a las empresas nacionales. Contamos con historia, calidad humana, pasado político y social con los cuales elaboramos los rasgos de lo que seremos. Una tarea esencial es la de acabar con ciertos mecanismos de consolidación y reproducción de relaciones de poder, como lo es el sistema de formación de precios que, producto de la economía concentrada, pone el poder en pocas manos.
Para nosotros, el poder circula y se construye con la sociedad y en el pueblo. Sobre la base de su manipulación se estableció la dictadura del poder financiero que se creó en 1976 y diseñó Martínez de Hoz. Su ley de Entidades Financieras debe ser abolida para siempre. El poder a erradicar, es la trama cultural política de la oligarquía corporativa mercantil usuraria y cortesana, que arrastra lo colonial en la estructura del Estado. Nació con la generación de 1880 (que creó la oligarquía que aún representan los Blanco Villegas, los Sáenz Valiente, los Álzaga Unzué, que resurgen en negociados recientes), la de 1930 conservadora y amiga del contubernio, las generaciones de funcionarios de la cortesanía de Estado, propietarios de inmuebles, mafia usuraria permanente, y otros. Esto sin olvidar a la Sociedad Rural y su entorno corporativo, los formadores de precios, las energéticas, los bancos privados, las financieras que aún hoy someten a la usura a trabajadores, pobres y jubilados. Esa argamasa retrógrada no puede sobrevivir en un proyecto superador, que recupere la justicia social y la soberanía política. Alentamos una decisión política que de vuelta la historia.
Hay un capítulo singular: la Ciudad de Buenos Aires (CABA). Su separación del país real y su distancia del mismo se ampara en el desinterés de los gobiernos macristas por los más necesitados, los asentamientos (villas miseria), la represión a los pobres, la usura inmobiliaria, los negociados de sobreprecios y la existencia de una superestructura mercantil financiera que sostiene parte del festín de la fuga. Ese renglón debe superarse para unir el destino de la Ciudad a la del País.
El Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires tiene su rol en la pandemia, no más allá. Las diferencias sociales como marca distintiva del macrismo, la responsabilidad en el desprecio a los vecinos más vulnerados de Villas, Geriátricos y en situación de calle, la destrucción de la escuela y la salud pública, la cuestión patrimonial, deben terminar para siempre siendo una obligación y responsabilidad histórica del pueblo de Buenos Aires Capital, con sus organizaciones, poner fin a esta situación.
La Ciudad de Buenos Aires debe unir su destino a la de nuestras provincias. Ellas sufren muchas carencias y sus habitantes son puntales en apoyar a nuestro Presidente. Esas provincias, tienen un papel fundamental en el rediseño de un país con más igualdad, federalismo y participación. No podemos sostener la estructura de 1810, cuando el Potosí daba a Buenos Aires alrededor de un 57 por ciento de sus recursos.
El camino de la transformación.
La deuda externa se impone como marco del vínculo del país con el mundo.
Hay que recordar que el gobierno de Macri no anunció el default, lo produjo, tal cual lo señaló el Presidente Fernández. Primero, cuando dejó fugar casi 100 mil millones de dólares. Segundo, cuando fue al FMI a pedir ayuda para el país y la usó para sus intereses. Tercero, cuando recibió 30 mil millones y los fugó en el festín personal con sus secuaces. Por eso comprendemos a Alberto Rodriguez Saa cuando sostiene que “el default ya está”. El mismo gobernador que no firmó el pacto fiscal del macrismo y en paralelo adelantó “hay 2019”.
Por eso, cada medida que tome el gobierno, no debe estar supeditada a la deuda sino al proyecto del país que aprueba la unidad de nuestro pueblo. De ahí que el default no es él problema porque ya está, la cuestión pasa por remarcar quienes son los actores de la recuperación y la transformación nacional en el marco de la unidad regional y continental.
La deuda además de ser investigada para establecer responsabilidades, como ha hecho el Gobierno Nacional solicitando el informe al Banco Central, debemos exigir la acción de la justicia para castigar a los que permitieron y a los que fugaron el esfuerzo de todos los Argentinos. Lo que se plantea se inscribe en los términos de la Comunidad Organizada, de la que surge el concepto de libertad comunitaria (que se opone a la individualidad de mercado), que hace a la participación activa de la comunidad en general, Partidos Políticos y Organizaciones Frentistas, las Organizaciones Libres del Pueblo, el Movimiento Obrero Organizado, los Movimientos Sociales, Cooperativas, las PyME’s, las Empresas Nacionales y las que se quieran sumar a la recuperación productiva. Tenemos que producir, educar, dar respuestas en salud, ciencia, vivienda, cultura y lograr la soberanía alimentaria. En este último punto, en la lucha contra el hambre, hay que garantizar la soberanía alimentaria dando lugar a los pequeños productores, cooperativas y organizaciones sociales sin titubear. Hay que intervenir muy activamente en telefonía, transmisión de datos y conectividad para establecer una base de servicio igualitario e inclusivo. Ejercer un fuerte control financiero que acabe con la usura y la fuga de capitales. Es imperioso ampliar la Corte Suprema de Justicia de la Nación y con ello democratizarla, permitiendo así que la Nación retome firmemente el camino del Estado de Derecho y el imperio de la ley.
La cuarentena, acompañada por todas las medidas sanitarias y sociales que encaró con decisión el Presidente Alberto Fernández, es el marco en el que vamos a alcanzar las condiciones para realizar estas metas.
Repudiamos entonces, decididamente sin titubear, a los “anticuarentena”, sean ellos políticos o medios hegemónicos, manipulando información, generando agenda de discusión diaria, que tienen como único objetivo sin evidencias científicas o empíricas quebrar la voluntad del Presidente, la del pueblo y nuestro proyecto político. Y ese proyecto toma del presente peronista, que responde a la historia iniciada el 17 de octubre de 1945, los valores que asientan nuestro camino común. Es el proyecto que va a terminar con el país que ha sido saqueado con el resultado de 30 por ciento de los trabajadores en negro y casi el 40 por ciento de compatriotas que viven en la pobreza.
Queremos alentar la esperanza y precisar el valor de la mujer, los movimientos que han generado para el reconocimiento de derechos y su lucha por la igualdad de género para que, consecuencia de ello, alcancemos como sociedad la toma de conciencia que implique una profunda desconstrucción de la nefasta sociedad patriarcal. Asimismo, continuando esa línea, resaltamos el valor de los niños, jóvenes, adultos mayores y las familias que hoy esperan en riguroso cumplimiento de la cuarentena, con la esperanza viva en sus actos, en sus abrazos postergados y su convicción de unidad. La misma unidad que planteó Cristina Fernández de Kirchner al anunciar la fórmula presidencial y que obtuvo una respuesta histórica. La unidad exige conducción, el arte de definir los actos, de compartirlos y realizarlos. Hoy contamos con ello.
Vivimos una crisis civilizatoria, se acentúa el reclamo universal ante el cambio climático, el calentamiento global y la desertificación. La Madre Tierra que nos contiene sufre el despojo que es la moneda común de las corporaciones que niegan la vida. El peronismo produjo con el aporte de Intelectuales, la revelación según la cual, “América confirma el Universo”. El Papa Francisco lo ha reafirmado con su actitud y su pensamiento. Justamente su voz, desde El Vaticano, se levantó una vez más en estos días apoyando la posición Argentina ante la deuda. Eso nos identifica, nos diferencia y nos hace visibles en la unidad profunda de argentinas y argentinos ante la hora histórica en la que decidimos, de norte a sur, de este a oeste, que es allí donde nos encontramos para hacer el presente y definir pautas del futuro. Qué es lo que en este documento reafirmamos con convicción y esperanza.
Es desde ese lugar que nos identifica una conciencia americana, mestiza, morena, criolla, profunda, que nos viene dado desde los pueblos originarios a los inmigrantes en esa transculturización, que fue creando la conciencia nacional. Con todo lo dicho, nos permitimos plantear la necesidad que las respuestas coyunturales tengan un marco estratégico, desde la Comunidad Organizada, como saldo acumulativo del esfuerzo del conjunto del pueblo argentino en esta Pandemia. Es, esa forma organizativa, la que nos permitirá avanzar en los desafíos del mañana como la Nueva Constitución, la reconstrucción del UNASUR, la Argentina Bicontinental y otras cuestiones que nos den la Soberanía Nacional indispensable para construir en los próximos 70 años el Modelo Social y Productivo Solidario, el Modelo para el Proyecto Nacional de una Argentina más Justa, más Libre y un Pueblo Feliz en una Patria Grande.
No cabe duda que esta historia se construye en la dinámica de la pandemia. Y así como aprendemos del gesto del Presidente Alberto Fernández, de “salir al toro”, sabemos que es posible crear una masa crítica que, con la colaboración del trasvasamiento generacional, opere en la tarea de poner al país de pie en el nuevo mapa mundial. Ese es el desafío en el que proponemos ahondar nuestra responsabilidad en el proyecto político que se inició hace poco menos de cinco meses. En este documento lo reafirmamos con convicción y esperanza.
“Frente a la feroz Pandemia: Cuarentena.
Frente al ataque liberal: un Estado más Fuerte e Inclusivo
Frente al Futuro: Comunidad Organizada, Proyecto Nacional, más Peronismo”