1- Por esa razón Arturo Jauretche definía que los pueblos son alegres, mientras las oligarquías desarrollan el odio, viven crispados y temerosos de perder sus privilegios. Los pueblos celebran la vida, desarrollan la cultura de lo solidario y colectivo, mientras los oligarcas rumian sus miedos.
2- Así fue a lo largo de la historia: cuando gobernaron líderes populares, el poder económico, amenazado en sus riquezas o simplemente acotado en sus ganancias, despliega su batería de agravios y denigraciones, llamando dictaduras a gobiernos legítimos, desde Facundo a Rosas, desde Irigoyen a Perón.
3- También avanzan los oligarcas, en mancillar a los líderes populares en un intento de amputar de la conciencia nacional, cualquier atisbo de populismo, que afecte sus intereses. Lapidaron a Evita lo que la hizo mito en el pueblo. Antes con Irigoyen eyectado del gobierno por el primer golpe de estado en la Argentina y despedido en su partida por millones de dolientes. Lo intentaron con los gremios resistentes y fracasaron.
4- La alegría del combate se verificó en 18 años de lucha de la Resistencia bajo la consigna Perón Vuelve, que siempre minimizó el poder de las armas y la economía, como imposible. Pero el pueblo lo logró en la calle, movilizado, ante el estupor del poder, paralizado por la persistencia soñadora del pueblo.
5- Entonces recurrieron a la masacre del genocidio, como lo habían hecho en el siglo XlX con los criollos de los caudillos, pasados a degüello por Mitre y Sarmiento, con los pueblos originarios para repartir sus tierras, asesinando pueblo en Plaza de Mayo bombardeando, fusilando, desapareciendo hasta el cadáver de Evita. Borrar la memoria es su batalla estratégica.
6- La historia de la dictadura militar es reciente y conocida por el horror universal que provocó, en la misma intensidad del reconocimiento mundial al proceso de Verdad, Memoria y Justicia que permitió al pueblo argentino, en paz y en democracia, reparar una historia trágica, escrita por una oligarquía feroz, inhumana y brutal.
7- Tan cruel esa oligarquía del ayer, como la de hoy, investida de la legalidad eleccionaria, como pudo haber sido Mitre, al llevar al pueblo argentino a la guerra de la Triple Infamia contra Paraguay, bajo la conducción de los ingleses, junto a Brasil y Uruguay, en otro genocidio contra un pueblo hermano y con miles de víctimas de argentinos pobres, arrastrados encadenados a la leva militar, donde murieron.
8- Entonces cada vez que el pueblo retrocede, la oligarquía cree poder reconstruir su poder perdido, disciplinar “la chusma”, apelando a la división y fragmentación del pueblo, por capas, en una disección planificada, intentando que quienes sobreviven, odien a quienes, patéticamente hasta ayer vecinos, hoy cartoneros indeseables, para las llamadas capas medias. Los Condenados de la Tierra ese libro gigante de Franz Fannon lo refleja: pobres contra pobres.
9- Ese panorama se desarrolla en nuestro país hoy, con las contradicciones propias de todas las transiciones, donde lo químicamente puro no existe, sólo el combate contra el oligarca colonizador y cipayo. Sólo el enemigo direcciona la lucha, ninguna distracción de los “conejos de madera”, que cada día larga el poder, para distraernos. Los cuadernos, la intervención al partido, el protocolo, los juicios, los presos políticos, Nisman, los nuevos enemigos desde mapuches a Herzbollah, todas operaciones inconducentes, por la fuerza de la conciencia nacional.
10- Entonces estamos en una etapa de reconstrucción del movimiento nacional y popular, porque en este proceso el neoliberalismo con el agregado del neocolonialismo, exigido por el poder imperial de EEUU, de ocupación territorial, ha agredido a todos los sectores de la vida nacional desde la Armada con el Ara San Juan, a los industriales Pymes por las tasas y a los grandes jugadores de AEA perseguidos por la Justicia, brazo armado de la amenaza hostil de la compra compulsiva de los fondos de inversión. Es con alegría que el pueblo arma su retorno, a como dé en paz y en democracia, pero con esa persistencia insolente que le hace doler al enemigo.
Jorge Rachid