El escenario internacional que presentan los medios hegemónicos, siempre parcial, sesgado, impreciso y direccionado, nos habla de un conflicto inminente, en el marco de una nueva guerra fría declarada al calor de conflictos internos de las potencias occidentales encabezados por EE.UU. Ellas intentan trasladar esos conflictos al mundo como lo han hecho hasta ahora: colonizando desde hace 5 siglos, cuando instalaron la mirada atlántica de la vida y la historia. Esa mirada, que cambió la historia de los que dijeron tierra y los que dijeron barcos, colonizadores y colonizados, opresores y oprimidos, que construyeron la Modernidad.
A la vanguardia se encuentra EEUU, que no puede superar el retroceso de su presencia mundial, pese a tener que sostener las mil bases militares desplegadas en el planeta y que hacen mella en sus presupuestos, en medio de una guerra pandémica que los ha asolado como a ningún otro país por sus particulares modismos costumbristas religiosos y nacionalistas, en especial aquellos asentados en prácticas individualistas en lo social y políticas, con un Estado inmenso en lo militar, precario socialmente y mercantil en la adoración del dinero consumista, y débil en prestaciones y servicios, que margina grandes sectores sociales de la comunidad, produciendo en el caso pandémico una verdadera catástrofe humanitaria.
Ante la fragilidad de su situación geopolítica, EEUU, con alianzas que se le diluyen ante la falta de apoyo concreto en los últimos años, tanto en la OTAN como en organismos internacionales como UNESCO, UNICEF y otros desde la época de Trump, emprende un diseño agresivo intentado retomar la ofensiva y desviar el foco de su propia decadencia. Ante esa realidad, países que acompañaban a EEUU desde la finalización de la 2° guerra mundial van orientando hacia Oriente sus visiones estratégicas, abandonando el cordón umbilical que los ataba a EEUU, al depender de sus recursos en sus diseños a largo plazo, recursos ya inexistentes ante la dinámica de los acontecimientos del mundo Multipolar con nuevos y enérgicos actores.
Esa situación de dominación -en especial a partir de la hegemonía norteamericana desde la caída del Muro en 1989- hizo durante décadas participar a sus aliados o dominados en la pugna oriente occidente llamada “guerra fría”, estableciendo desde esa mirada imperial el “eje del mal” binario y maniqueo que polariza y extorsiona al mundo de países “periféricos” como nosotros y la región, más otros de África y Asia, que caen en las redes estigmatizados en la mirada poco informada o sesgada a nivel internacional.
Ese corrimiento hacia el Oriente de la realidad geopolítica se da en los mercados internacionales, cuando el motor económico de China tracciona las economías mundiales con las Rutas de la Seda marítima y terrestre, la del Ártico con rompehielos junto a Rusia, el organismo de cooperación de Shanghai y el Banco Asiático de Infraestructura e Inversión, el despliegue y posicionamiento en el Mar de la China y los sistemas de alianzas que le dan presencia prevalente en el comercio mundial. Estas iniciativas son las atacadas actualmente por EEUU a través de la generación de conflictos en Ucrania y Kazajistán. Intentando bloquear a Rusia con misiles por el Sitream ll (gasoducto a Alemania) y la Ruta de la Seda China cortando el paso caucásico.
Es en ese estado situacional que los EEUU a través de la OTAN intentan cercar a Rusia con misiles bajo el amparo de una prensa occidentalizada culturalmente que ya nada cuestiona, aceptando acríticamente los dictados de Washington en función de sus necesidades estratégicas, que siempre emplea a la Unión Europea e Israel como sus cabeceras de playas, lejos de sus propias costas, en la agresión a terceros países. Así fueron las masacres de Irak, Afganistán, Libia, Siria y la continua de Palestina con la ocupación sionista en la que contaron con la colaboración de esos países “occidentales y cristianos” que conforman un grupo heterogéneo al servicio de los intereses estratégicos, cada vez más debilitados por ser partícipes de un imperio en decadencia.
Pero nuevamente Europa, que pasó de ser una muralla en la posguerra de pocos países a ser dominada por gobiernos de derecha xenófobos y de resabios nazis de Polonia, Hungría, Rumania, Ucrania, tanto bálticos como europeos del este, que se prestan al juego bélico de EEUU con una barrera misilística ofensiva en sus territorios que rodean a Rusia, poniendo en peligro la paz mundial. Los acuerdos que se intentan realizar en estos momentos son entre EEUU y Rusia sin participar de ellos la UE, convidada de piedra en un conflicto desatado desde América del Norte que los transforma en espacio de disputas de intereses ajenos a sus propias necesidades, afectando el equilibrio de poderes internos de una Unión Europea debilitada por el Brexit y la próxima salida de Polonia, habiendo perdido el eje Alemania-Francia su situación de liderazgo ante los países con gobiernos de ultraderecha dispuestos a inmolarse por EEUU.
Este esquema, que muchos justifican en esa visión binaria Unipolar del bien y del mal, desconoce que EEUU está intentando colocar misiles en las puertas mismas de Rusia a 7 minutos de Moscú, que van a originar una crisis similar a la de los misiles rusos en Cuba en la década del 60, de cuyas negociaciones surgió el repliegue de ambos de los escenarios conflictivos: Rusia de Cuba y EEUU de Turquía miembro de la OTAN que ya entonces amenazaba los intereses rusos.
Estamos en una situación donde la respuesta rusa puede ser, por ejemplo, abastecer de material nuclear y misilístico a Venezuela, Cuba nuevamente y Nicaragua, para contrarrestar la presión de Europa del este, dependiente de los manejos de EEUU. Es que las operaciones de desestabilización que se producen en Bielorrusia, como antes en Ucrania con el golpe de estado propiciado en la revolución naranja y las actuales provocaciones en Kazajistán, todas como en Venezuela contra supuestos gobiernos autoritarios, según presentan los Medios Hegemónicos de la cadena internacional del neoliberalismo financiero, en contra de los llamados populismos del eje del mal.
Cuando leemos las noticias internacionales debemos saber desde qué prisma o lentes emanan, ya que la visión que van incorporando los pueblos, la de una supuesta democracia como la norteamericana en discusión hasta del voto (como acaba de anunciar su vicepresidenta), que tiene cárceles clandestinas en Europa del este, Guantánamo con cientos de presos clandestinos desde hace años sin juicio ni comunicación, que mata a distancia con drones a supuestos enemigos a 18 mil km de distancia en asesinatos selectivos con “efectos colaterales” de familiares y vecinos ante la vista del mundo cómplice y ausente de la necesaria humanidad, que debería existir en la Comunidad Internacional si aspiramos a democratizar el poder a nivel mundial en un marco de defensa de la voluntad soberana de los pueblos o nos dejamos doblegar por las fuerzas coloniales de cualquier signo. Nuestra Declaración de la Independencia de 1816 de los pueblos suramericanos (Patria Grande) es de los españoles y de cualquier otra potencia extranjera.
En esta situación es cuando EEUU rearma su estrategia con la alianza AUKUS, acrónimo que combina Australia, Reino Unido y Estados Unidos, que potenciará el intercambio de información de defensa entre los tres grandes países anglosajones y dotará a Australia de submarinos nucleares. Un movimiento destinado a contrarrestar la expansión china que sin duda molestará a Pekín por ser destinado a patrullar el Mar de China. Ese movimiento hizo que Francia fuese perjudicada en miles de millones de euros al caerse la construcción de submarinos que tenía contratada Australia, dañando la relación con la UE.
La respuesta rusa fue convocar a sus aliados con los cuales tiene acuerdos de defensa mutua legalmente vinculantes. En primer lugar, estos son miembros de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), una alianza intergubernamental creada en 1992 que ahora une a seis Estados postsoviéticos: Rusia, Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán, ante la ofensiva norteamericana en sus puertas. Estas son las tropas desplegadas en las fronteras de todos estos países que occidente presenta como agresión soviética.
Una situación sin dudas de máxima tensión con el límite siempre presente de la guerra termonuclear que haría desaparecer al mundo, pero que cualquier traspié puede desencadenar. Nuestro país no es ajeno a este cuadro de situación internacional por ser parte de ese patio trasero reclamado como propio por EEUU en una agresión a los movimientos populares de nuestra región, en su afán de conservar sus recursos estratégicos que ha perdido en oriente y controlar políticamente la sumisión de los gobiernos latinoamericanos como ha sucedido históricamente, bajo el poder de fuego militar y financiero con el apoyo del cipayaje vernáculo.
El viaje del Presidente Alberto Fernández a Rusia y China intenta equilibrar esa presión en medio de la negociación con el FMI, principal herramienta de dominación y colonización empleada por los anglosajones desde el siglo XlX. Es una apuesta riesgosa, a juzgar por las reacciones que ya vemos en los medios hegemónicos, clamando y gritando que el peronismo nos lleva al eje del mal, en todas sus dimensiones, en una patética demostración de la colonización cultural, económica, financiera e institucional a la cual nos han sometido por cinco décadas de neoliberalismo.
Es ahí cuando nosotros decimos Neoliberalismo Nunca Más.